El miedo al cambio es
una condición humana tan arraigada como cualquier otro instinto primitivo. En
el humano, este miedo, se traduce en inmovilidad.
El ser humano tiene
una larga tradición histórica de sumisión, conformismo y rechazo al cambio. Al
humano promedio le gusta la comodidad, generalmente elige el camino que le
exige el mínimo esfuerzo y está
dispuesto a mantenerse agachado y arrodillado durante toda su vida, con tal de
conservar intacto su estilo de vida cómodo y larvario.
Estas afirmaciones no
son nada nuevo, en la psique del humano existe siempre conceptos similares que
varían de una cultura a otra y se refuerza a través de un círculo infinito de
pensamiento y acción (o más bien inacción. La realidad cotidiana lo comprueba.
Más allá de la auto burla y auto compadecerse (que para eso el mexicano se
pinta solo), no parece haber muchos que en realidad quieran el cambio y que
estén dispuestos a hacer lo necesario para conseguirlo, el miedo se antepone.
Gráfico: Jesse J Coyote, "Sin título" |
La transformación es
necesaria para la revolución. El ser humano tiene que pasar por una etapa
larvaria, después volverse capullo y finalmente transformarse en algo nuevo. Si
bien el cambio comienza en el propio individuo, la revolución requiere que una
vez terminado el proceso personal, este se expanda a otros, como ondas en un
estanque. De poco a más, de uno mismo, a la familia, a los amigos, a los
vecinos, al barrio, a la sociedad, al país, al mundo, y finalmente al universo.
Hablar de revolución
no es necesariamente pensar en la sublevación armada y derramamientos de
sangre. No se trata de quitarles el poder a unos para dárselo a otros;
este tipo de revolución ya se ha
realizado muchas veces a lo largo de la historia y poco se ha logrado. El
sistema se desmorona, aunque el ser humano se niegue a creerlo, y es el mismo
quien permite su supervivencia, en lugar de asentarle el golpe de gracia.
No hay que tener
miedo a dejar el estado larvario y de pasar al estado de capullo, es un sitio
comparable al limbo en el que la claridad llegará, siempre habrá miedo y duda, equiparable
a la incapacidad que tenemos para entender la muerte, pero es necesario llegar
a ese estado. En el momento en que el ser humano llegue a ese grado de
iluminación y termine ese periodo de capullo, estará en un estado sublime, surgirán las mariposas multicolores y
al principio se sentirán perdidas, pero enseguida encontrarán la luz, volarán hacia
lo alto y se mezclarán con la energía del universo.
*Publicado originalmente en: Coyote, Jesse J (2013) ¨No hay mariposa sin oruga” En El Fanzine del Cerdo Violeta No.4. Antes de la revolución. León, México, p. 13.
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