lunes, 17 de diciembre de 2012

Martín Lutero, ¿demonio o salvador? (Eduardo Celaya Díaz)*


Dibujo: "Martín Lutero", Gerardo Pacheco
“[...] Por otro lado tenemos a los enemigos de la humanidad, esos personajes que apenas escuchamos su nombre, nos viene a la cabeza la imagen de la perversidad y el deshonor para la raza humana. [...] uno de esos personajes fue Martín Lutero, y digo fue, porque hoy en día lo considero el personaje que, además que no pretendió terminar con la Iglesia Católica, me atrevería a decir que la salvó de la ruina total.

[...] En los argumentos utilizados principalmente para la ideología que soportaría la aparición de la Reforma sobresalen tres conceptos principales: la justificación por la fe, el sacerdocio universal y la infalibilidad basada en la Biblia. [...] El tema de la muerte y el juicio final se hicieron constantes en el arte, en una sociedad cada vez más enfrentada a la podredumbre y la desgracia, a la degeneración del orden establecido y la pérdida de esperanza en el mundo terreno.
[...] Lutero además postuló que la única fuente de salvación y conocimiento es la Biblia. [...]La invención de la imprenta llevaría a un nuevo máximo la necesidad de consultar fuentes escritas, más allá de creer ciegamente en las palabras del clero. [...] Junto con el favorecimiento del individualismo, se hizo menos necesario el sacerdocio, y se habló cada vez más de la meditación individual y la interpretación personal de la Biblia.

[...] Las ideas no suenan descabelladas si las vemos en perspectiva de habitantes del siglo XXI. Sin embargo, para los ciudadanos del siglo XVI, en ocasiones sonaban a locura, a sacrilegio. La necesidad de Roma de acallar las ideas de este monje, el cual se apoyaba solamente en el estudio de la Biblia, se volvió una prioridad

[...] Desde mi muy personal punto de vista, no podemos hablar de un Lutero cismático, enemigo de la Iglesia y protector del demonio. Si bien lanzó fuertes críticas contra el Papa y el clero, también defendió el derecho de los hombres por acercarse a la palabra de Dios, a no aceptar las palabras de un clero corrupto, y sobre todo, a usar la razón para alcanzar la salvación. [...] no hay que perder de vista cuál es la verdadera imagen de Lutero, más allá de los mitos y las habladurías. Lutero buscaba cambiar a la misma Iglesia de Roma, desde sus cimientos, para que no cayera, para que no se destruyera a sí misma, si tomó la decisión de separarse de ella, es porque la misma Roma lo expulsó.”



*Fragmento de la publicación: Celaya, Eduardo (2012). “Martín Lutero, ¿demonio o salvador?En El Fanzine del Cerdo Violeta No. 2. Mayo. ¡Hip, hip, hurra! Mi futuro está en ser un cura. León, México, pp. 18-21.

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